A 42 años del hundimiento del Belgrano, el recuerdo del enfermero que desafió el horror para salvar vidas

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Aquel trágico día marcó el principal capítulo de heroísmo en la carrera del suboficial mayor (RE) de la Armada Bernabé Nicolás Nieva. Con una trayectoria destacada por la valentía y el servicio, su historia inspira para homenajear a los 1093 tripulantes del crucero.

Juan José  Berardone

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Un rescate en el Canal de Beagle, preludio de su gesta en Malvinas

El 2 de mayo de 1982, el ataque al Crucero General Belgrano dio un giro letal al desarrollo de la guerra de Malvinas. El suboficial mayor (RE) de la Armada Bernabé Nicolás Nieva, enfermero a bordo del buque, recuerda con nitidez las emociones encontradas que lo abrumaban en los días previos: “Cada día me preparaba para la guerra, pero rogaba que no llegara”. Más allá de la tensión y el temor que se respiraba en las cubiertas del Belgrano, el heroísmo que lo llamaría a la acción ese día se había gestado varios años atrás, en esas mismas aguas del Atlántico Sur.

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En 1969, mientras se encontraba destinado en el puerto de Ushuaia, observó cómo un marino de otra embarcación caía al mar. A pesar de la nieve y el frío intenso, se lanzó sin dudarlo a las heladas aguas del Canal de Beagle. Combatiendo contra las olas, el peso del uniforme y los borceguíes, nadó casi 50 metros hasta el hombre, que ya sin fuerzas y a duras penas se mantenía a flote entumecido por el frío. Gracias a la colaboración de sus compañeros en el tramo final, pudo rescatarlo. Tras superar una severa hipotermia, recibió una condecoración por su heroico acto.

La orden que cambió el rumbo de la guerra de Malvinas

La orden británica de atacar al Belgrano fue dada el 1 de mayo, con el crucero y otros buques argentinos moviéndose hacia la flota enemiga. La expectativa y el nerviosismo se palpaban en el ambiente mientras se aproximaban al enfrentamiento. A las 05:30 del 2 de mayo, cerca del momento señalado para el ataque, una orden sorpresiva desvió al Belgrano de su curso hacia una zona de espera. Sin embargo, ya había sido avistado por el submarino Conqueror. Poco después de las 16:00, a pesar de estar fuera del área de exclusión, el submarino atómico lanzó dos torpedos contra el Belgrano, desencadenando el hundimiento y la tragedia.

Rescate sobrehumano

El impacto del segundo torpedo destrozó parte de la proa, a unos 20 metros de la enfermería donde prestaba servicio Nicolás Nieva. La fuerza de la explosión lo lanzó por los aires. Al recobrar el sentido y a pesar de continuar confundido, decidió socorrer a los tres compañeros que yacían entre los hierros retorcidos. La tarea requería un esfuerzo titánico: mientras el barco se escoraba hacia babor y se hundía, ellos se encontraban bajo el nivel del agua, a tres cubiertas por debajo de la principal, rodeados de una oscuridad impenetrable por el corte de energía. El combustible de los tanques perforados se filtraba al interior y focos de incendio se propagaban en diversos sectores. La misión parecía imposible.

Uno a uno, cargó a los pacientes sobre sus hombros y subió las tres cubiertas pasando por laberintos de escombros y fuego.

A pesar de que ya habían dado la orden de evacuación para saltar a las balsas, Nieva perseveró en su misión hasta el último minuto. Bajo una lluvia helada, brindó atención médica a los heridos más graves en la cubierta exterior mientras el Belgrano se hundía en el océano.

60 horas a la deriva

La pesadilla persistía. Los que lograron sobrevivir al naufragio quedaron a la deriva en balsas inflables en la vastedad del océano. Nieva, con sus conocimientos de enfermería, lideró a sus compañeros en la lucha por la supervivencia en medio de la incertidumbre y en condiciones hostiles . A merced de olas implacables y ráfagas de viento helado, flotaron sin rumbo durante más de 60 horas. Finalmente, fueron rescatados a casi 100 kilómetros del lugar del naufragio

Recreación visual del hundimiento del crucero General Belgrano y las balsas de rescate.

Recreación visual del hundimiento del crucero General Belgrano y las balsas de rescate.Por: Juan Berardone | Centro de Arte Digital Artear

Luego de la tragedia, Nieva continuó con su vida de servicio; fue integrante del cuerpo médico argentino en Centroamérica con Naciones Unidas y participó en las misión de observadores de Naciones Unidas en El Salvador (Onusal) y Honduras (Onuca).

El Belgrano: una herida que nos recuerda el valor y la resiliencia de la Argentina

El hundimiento del crucero General Belgrano se cobró la vida de 323 personas, marcando un punto de inflexión en la guerra de Malvinas y en la conciencia nacional.

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En medio de la tragedia, sin embargo, surgieron héroes como Nieva. Su figura nos permite hoy recordar y homenajear a todos los que lucharon con valentía en ese conflicto. El heroísmo y la capacidad de Nieva para sobreponerse a las adversidades lo convierte, hoy más que nunca, en un símbolo de la resiliencia argentina.

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