Turistas barrieron con los dólares e impulsaron un déficit histórico en la balanza de servicios

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Durante el primer trimestre de 2025, la balanza de servicios de Argentina registró un déficit histórico que superó los u$s4.500 millones, según el informe de «Balanza de pagos, posición de inversión internacional y deuda externa» publicado por el INDEC. Se trata del mayor desequilibrio trimestral en este rubro desde que se tiene registro.

El saldo negativo alcanzó los u$s4.502 millones, lo que implica un salto interanual de u$s3.152 millones frente al mismo período de 2024, cuando el déficit había sido de apenas u$s1.351 millones.

El rubro «viajes» explica el principal motivo del déficit de servicios

Según explicó el INDEC el resultado se explicó principalmente por dos motivos: «Se estimó un saldo deficitario de viajes de u$s3.464 millones para el primer trimestre de 2025, u$s2.755 millones mayor que el registrado en igual trimestre del año anterior. Este resultado se explicó principalmente por el aumento tanto de la cantidad como del gasto promedio de viajeros residentes en el exterior y, en menor medida, por la disminución de la cantidad de viajeros no residentes que visitaron el país durante el periodo».

La balanza de cuenta corriente en el primer trimestre, según el dato que reveló INDEC

Otro factor importante fue el rubro transporte de u$s866 millones, lo que implicó un aumento del déficit de u$s407 millones con respecto a igual trimestre del año anterior, explicado principalmente por el incremento de los egresos por pasajes y fletes. El mayor déficit de pasajes se originó en el importante aumento de residentes que viajaron al exterior, mientras quela suba de los egresos por fletes se relacionó principalmente con el aumento de las importaciones del período.

En total, las importaciones de servicios (gastos en el exterior) sumaron u$s9.183 millones, mientras que las exportaciones (ingresos por servicios prestados) apenas alcanzaron los u$s4.681 millones.

El informe destaca que el intercambio comercial de servicios (exportaciones más importaciones) creció 42,8% en comparación con igual trimestre del año anterior, aunque el salto fue desequilibrado y agravó el déficit.

Este récord negativo en servicios fue uno de los factores determinantes del déficit total de la cuenta corriente, que cerró el trimestre con un saldo negativo de u$s5.191 millones, en contraposición al leve superávit de u$s176 millones que se había registrado un año atrás.

A pesar de haber mantenido un superávit en la balanza de bienes por u$s2.060 millones, y de haber mejorado levemente el resultado en ingreso primario, los números negativos de los servicios y las rentas terminaron marcando el rumbo.

Por otra parte, el informe del INDEC muestra que las reservas internacionales cayeron en u$s5.628 millones en el trimestre, mientras que el endeudamiento neto de la economía se ubicó en u$s5.137 millones.

El talón de Aquiles del modelo de Javier Milei

El déficit de la cuenta corriente es considerado por los críticos el «talón de Aquiles» del modelo de Milei. Y en la historia reciente ha sido uno de los predictores sobre una crisis devaluatoria.

Es, además, algo que ha ocurrido en gobiernos de todos los signos ideológicos: desde comienzos de los años 80, cuando se rompió la «tablita cambiaria» tras un déficit récord de 6% del PBI, pasando por la crisis del plan Austral que derivó en la hiperinflación de 1989 -con un previo déficit de cuenta corriente de 4%- y por el colapso de la convertibilidad -anticipado por el déficit de 4,8% en 1998.

Ya en este siglo, la llegada del cepo de Cristina Kirchner coincidió con la pérdida del superávit en 2010, y luego el daño del déficit de cuenta corriente se evidenció en toda su intensidad en 2018, cuando un rojo de 5,2% del PBI llevó a Mauricio Macri a la devaluación y al salvataje del FMI. Y, finalmente, cuando asumió Javier Milei se encontró con un déficit de u$s21.000 millones, equivalente a un 3,3% del PBI.

De hecho, el propio FMI le suele prestar mucha atención a este indicador, y la mayoría de sus acuerdos de asistencia tienen como objetivo corregir los desequilibrios de la balanza de pagos, aun cuando eso signifique un salto devaluatorio.

Fuera de Argentina, hay ejemplos cercanos sobre este punto. A fines del año pasado, Brasil registró un déficit de 2,37%, algo que ocurrió en consonancia con la mayor devaluación del real, aun cuando el Banco Central del país vecino contaba con la friolera de u$s340.000 millones para respaldar su moneda.

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