Gustavo Bermúdez: regreso al teatro, el milagro con la enfermedad de su hija, las hamburguesas de Suar y su amor por la tele

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Cambio, juez. Entra Gustavo Bermúdez; sale Mike Amigorena. “Fue una decisión de la producción”, aseguran. Lo cierto es que en la marquesina del teatro El Nacional no quedan rastros del pasado. La gigantografía muestra a Bemúdez y a Martín Bossi -junto a ellos, Laurita Fernández-, con amplias sonrisas, acompañados del título de la obra que protagonizan, La cena de los tontos.

Nacido en Rosario y sureño por adopción, este galán maduro, con una carrera actoral inconstante, pero con el cariño del público intacto a través de los años, se sube a las tablas desde hace muy poco. Gustavo Bermúdez, recordado por telenovelas como Nano, Celeste, Celeste siempre Celeste, Antonella y Alén, luz de luna -entre otros grandes éxitos-, devino en comediante.

Convocado para ocupar el lugar que hasta fines de julio tenía Amigorena, ahora es él quien compone a Pablo Barrantes, un hombre atractivo y adinerado, que tiene la costumbre de reunirse con sus amigos los jueves. A cada encuentro llevan como invitado a alguien “tonto”, para burlarse de él, sin que el candidato se dé cuenta. Barrantes cree que consiguió al “tonto perfecto”. Se trata de Francisco Pignon (Martín Bossi), quien imprevistamente desatará una serie de hechos que complicarán al anfitrión.

Aunque los medios en este último tiempo hablaron de “escandalosa salida” de Amigorena, detrás de escena no lo viven así. La obra hará temporada de verano en Mar del Plata, ya se sabía que Amigorena no sería de la partida para entonces, así que en lugar de renovarle el contrato, la producción decidió que ya se incorporara Gustavo, que será también quien vaya a La Feliz con este espectáculo.

“Fue la obra con la que yo más me reí en la vida, como espectador”, asume Bermúdez. La vio en escena hace 25 años atrás -hubo dos puestas, en el 2000 y en el 2009-, cuando la protagonizaron Adrián Suar y Guillermo Francella, ahora, ambos productores de esta nueva versión. “Siempre lo dije y ese fue uno de los motivos por los que acepté hacerla”, reconoce.

Desde sus comienzos en Pelito, hasta el 2007, este actor de voz grave, tono amable y trato respetuoso y agradable, tuvo continuidad plena en la televisión. Luego se fue a vivir al sur, se alejó de la pantalla por 7 años y se dedicó full time a sus hijas. En el 2014, volvió con Somos familia. Y ya sin la presión de sus años jóvenes, decidió tomar “compromisos más cortos” y tuvo actuaciones intermitentes en la pantalla chica, que alternó con su rol de productor.

En los últimos años protagonizó Los protectores, por Star+. “Hice Los protectores porque me divertía trabajar con Adrián (Suar) y hacía muchos años que no trabajábamos juntos; me gustó que fuera una comedia y que se incorporara Andrés Parra, un actor colombiano excelente”, cuenta. “Trato de hacer cosas que me diviertan”, resume. “Tuve mucha presión cuando era chico. Ahora quiero hacer las cosas sin presiones”, afirma. Aunque le cuesta dejar de ser autoexigente. “Todo lo que encaro lo hago con un grado de obsesión”.

Gustavo Bermúdez dice que en «La cena de los tontos» hace su propia versión de su personaje, diferente a la que hacía Mike Amigorena. Foto: Emmanuel Fernández

Hombre de teatro, también

En teatro, los títulos se cuentan con los dedos de una mano. En 1995 -inmediatamente después de hacer Nano en TV- hizo Romeo y Julieta, en el teatro Neptuno de Mar del Plata. “Fue un espectáculo muy grande, habíamos hecho el vestuario con gente del Colón. Yo fui productor de esa obra y fue una jugada enorme. Nos fue muy bien: salimos primeros”, recuerda.

Ya tenía un antecedente en la ciudad feliz: había hecho un espectáculo con Emilio Disi y Claudio García Satur. Y hace 10 años, hizo Extraña pareja -con Miguel Ángel Rodríguez-. “Siempre me costó mucho tomar el compromiso de largo plazo. Sentía que el teatro me privaba de muchas cosas. Soy muy familero y amiguero, también viajo bastante. Y me parecía que hacer teatro me coartaba mucho. Me dejaba sin fines de semana”, explica.

Por eso, cuando lo convocaron por primera vez para La cena de los tontos, dijo que no. Y cuando lo volvieron a llamar, para ocupar el lugar que dejaba Amigorena, finalmente accedió. Parece que a Bermúdez lo llamaron para integrar el elenco original, y no directamente en esta segunda vuelta. Eso le dijo Suar.

“Como yo siempre decía que no cuando me ofrecían hacer teatro, puede ser que haya sido así. Pero no me acuerdo bien. Adrián dice que sí. Y le creo, porque yo no tenía ganas de hacer teatro”, confiesa.

Después la propuesta fue integrar el elenco que llevaría la obra a Mar del Plata en el verano 2026 y ahí el actor abrió la puerta a un “puede ser” y lo terminaron convenciendo. Ahora los viajes, la familia y los amigos serán “de lunes a miércoles”, dice. Su hija mayor vive en San Martín de los Andes y la menor, en Buenos Aires. “Voy a ver cómo me divido”, piensa.

Entre butacas. A Gustavo Bermúdez le gusta trabajar con Adrián Suar, productor de la obra «La cena de los tontos», porque se divierte. Foto: Emmanuel Fernández

La novia y las hijas

El actor, a sus 61 años, se encuentra en pareja con Verónica Varano. “Ella es una persona muy pensante, muy estudiosa. Es psicóloga, se recibió hace dos años”, cuenta. Se trata de la conocida actriz, modelo y conductora televisiva. “La acompañé mucho en su estudio. Me usó de sparring”, bromea. No se conocían y se cruzaron en un centro médico, al que los dos asistieron como pacientes. Ella es además instructora de yoga y ese fue el tema de conversación que los unió.

Gustavo tiene dos hijas, Camila y Manuela, fruto de su matrimonio con Andrea González, y es abuelo de Bruna, de 4 años. Entrena diariamente: natación y gimnasio. Jugó al básquet hasta hace diez años; pero una lesión en la rodilla, consecuencia de un accidente en moto cuando era adolescente, le impidió seguir con ese deporte.

Tuvo épocas detrás de cámara -como productor y director- y otras de completa inactividad laboral, por decisión propia. Sus hijas se llevan nueve años de diferencia. Cuando nació la más chica, inmediatamente la familia se mudó a San Martín de los Andes. Y hasta que la más grande no terminó la secundaria, Gustavo se dedicó de lleno a la crianza de sus hijas.

“Yo venía de trabajar mucho y había tenido la suerte de que me había ido bien. Y como rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita, yo no quería más. No fue fácil, porque tenía miedo de equivocarme. Pero sabía que tampoco iba a poder volver el tiempo atrás con mis hijas. Mirando hacia atrás no me arrepiento”, afirma convencido.

“No podía compatibilizar el trabajo y la crianza de mis hijas. Hay gente que por ahí lo puede hacer. Yo no podía”, sigue. “Quería ir al interior, a un lugar más tranquilo, con menos gente, sin tráfico, más relajado. La mamá de mis hijas fue la que tomó la decisión del lugar”, dice.

Manuela estudió Diseño de imagen y sonido en la UBA y trabajó un tiempo con su padre. Primero en Polka y luego en Chilevisión. Luego, la primogénita de Gustavo trabajó en México, en producción y dirección, y le fue muy bien, pero renunció. “Ahora está abocada a su hija, mi nietita. Primero me impactó, porque estaba en un lugar con muchas posibilidades, trabajando de lo que le gusta. Pero priorizó ser mamá, y se volvió al sur, de donde es su pareja; y hace algunas cosas de guion, a distancia”, repasa el padre.

Gustavo Bermúdez, Martín Bossi y Laurita Fernández, en el saludo final de «La cena de los tontos». Foto: Movilpress

Su hija menor, Camila, vive en Buenos Aires y se está por recibir de nutricionista, también en la UBA. “Tanto mis hijas como mi hermano no se guardan nada. Y a mi hija más chica y a mi hermano, Gaby, la obra les encantó”, asegura.

Gracias a Dios

“Soy creyente”, responde afirmativamente a la pregunta sobre el tema. “Cuando mi hija menor tenía seis meses, le agarró un rotavirus y no había nada para hacer. Empezó a deshidratarse, tenía hipotermia. La internamos en el Hospital de San Martín de los Andes. Las dos pediatras, divinas, con las que todavía tengo contacto, nos dijeron que no había nada para hacer, que rezáramos. Y en esos momentos, decís: ‘Dios. Soy católico por crianza y tradición, pero lo que más me importa es la espiritualidad, más allá de la religión’”, dice. “En horas, tuvo una diarrea y un vómito descomunal y ahí mi hija despidió el virus”. ¿Fue un milagro? “Sí. Lo recuerdo y me emociono”.

A Rosario, aunque está cerca, no vuelve. “Hace cinco años falleció mi mamá. Ella se cayó un mes antes de que empiece la pandemia, se internó y estuvo complicada y falleció. Allá me quedan algunos primos, pero son ellos los que suelen venir para Buenos Aires y nos juntamos acá”, dice.

A los 17 años abandonó su ciudad natal para ser actor en Buenos Aires. “Tuve bastante fortuna, tuve mi primer casting con Nora Cárpena y Guillermo Bredeston y quedé. Ahí se empezó a hacer una cadena de trabajo. Y a los 4 años tenía mi primer protagónico, con Grecia Colmenares”, repasa. “Aprendí mucho trabajando. Soy autodidacta”, dice a cuento de no tener estudios formales de actuación.

Adrián Suar es su único amigo del medio artístico. (Otro actor por el que siente gran afecto es Germán Kraus, “aunque nos vemos poco; no es la amistad que tengo con Adrián”). La amistad con Suar data de la época en la que los dos, siendo adolescentes, integraban el elenco de la tira juvenil Pelito, hace más de 40 años atrás. “El tenía 16 y yo tenía 19”. A lo largo de los años, acumulan varias anécdotas. Una es “la de las hamburguesas”. “Eramos jóvenes. En ese momento yo estaba casado con la mamá de mis hijas. Adrián vino a casa y habíamos cocinado porque él venía a comer, como venía siempre. El llegó con una caja de hamburguesas, pero como ya había comida, guardamos la caja en el freezer. Como no se usó, cuando se fue, se la llevó”, relata. “Nos queremos muchos, somos familia”.

Gustavo Bermúdez vivió siete años en San Martín de los Andes, alejado del mundo del espectáculo. Foto: Emmanuel Fernández

Y con La cena de los tontos es la primera vez que lo produce en teatro. “No hablo de Mike, porque no me corresponde. No fue nada traumático. Me lo crucé una sola vez a Mike en el teatro; nunca trabajé con él, pero fue muy amoroso conmmigo”, aclara.

Bermúdez iba a debutar directamente en Mar del Plata. “Pero cuando se le venció el contrato a Mike, la producción me dijo que era importante que entrara los últimos tres meses de Buenos Aires”, repasa. “Como no tenía mucho tiempo de ensayo, vi la obra antes de incorporarme. Yo elegí otro camino para hacer el personaje, distinto del que había elegido Mike. Y los compañeros y el director me aceptaron. Mike hacía su versión y yo hago la mía”, explica.

-Cuando termina la obra y salís a saludar, recibís aplausos, ovación y suspiros. ¿Lo percibís?

-No lo siento tanto desde arriba del escenario. Pero me lo comentan los compañeros. Sí siento mucha calidez y un vínculo casi intacto después de tantos años. Y tengo un gran agradecimiento hacia la gente. Mi carrera tuvo una ausencia prolongada y que tengan ganas de verme nuevamente, que me reciban con tanto afecto, lo valoro mucho.

-¿Te gustaría que hubiera un lugar en la televisión para vos?

-Me encantaría que haya lugar. No sólo para mí. No hay lugar en la televisión. La televisión de aire es única. Como decía Hugo Di Guglielmo (ex director de programación de Canal 13), “la tele abierta es el único medio que puede juntar a mucha gente al mismo tiempo”. La diversificación nos separa.Yo hacía una novela y al otro día la comentaban en la oficina, en la fábrica… Tengo fe y esperanza para la tele abierta. Creo que va a volver a ser lo que era. Y yo voy a estar ahí. No sé si delante o detrás de cámara. Pero mientras viva y pueda estar cerca de la tele, voy a estar. Amo la tele.

Gustavo Bermúdez y su actual pareja, Verónica Varano. Foto: Movilpress

Información

La cena de los tontos, de Francis Veber, con dirección de Marcos Carnevale, está protagonizada por Gustavo Bermúdez, Martín Bossi y Laurita Fernández. La obra se presenta de jueves a domingo, en el teatro El Nacional (Av. Corrientes 960). Entradas desde $30.000.

Esteban Prol, Guillermo Arengo y Franco Battista completan el elenco de la obra que además de a Francella y a Suar, tiene como productores a Pablo Kompel, Ezequiel Corbo, Federico Hoppe, Diego Djeredjian y Luis Penna.

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