En Argentina se manifiesta, desde 2010, un fenómeno que llama la atención de los especialistas. Se trata de una notable disminución en los intervalos interepidémicos de la enfermedad del dengue, tendencia que se ha acentuado en los últimos cinco años. Los años 2023 y 2024 se convirtieron en escenario de dos epidemias de magnitud sin precedentes, concentrando el 83% del total de casos históricos registrados en el país hasta el momento.
En 2024 fue tal la magnitud del brote, que Argentina se ubicó en el segundo lugar de casos en el mundo, sólo detrás de Brasil, algo nunca antes visto. En la temporada 2024- 2025 los casos bajaron tal cual lo adelantaban algunos epidemiólogos. Pero aunque los números descendieron, el 93% de los casos comprobados fueron autóctonos.
Históricamente, las provincias del Noroeste Argentino (NOA), conformadas por Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Tucumán y, en menor medida, las del Noreste Argentino (NEA), entre las que están Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones, aportaron la mayoría de los casos registrados. Sin embargo, a partir del año 2009, la región Centro, integrada por Caba, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, comenzó a mostrar un incremento en su participación durante los años epidémicos.
Desde entonces, esta última región ha concentrado, en diversos períodos, una proporción considerable de los casos notificados, llegando a representar más del 50% del total nacional durante la epidemia de 2024.
Prevención para el próximo verano
Para analizar qué puede ocurrir este año, y qué medidas tomar, Perfil Córdoba dialogó con Pablo Bonvehí , jefe de Infectología del Hospital Universitario Cemic, integrante del Departamento Científico de la Fundación Vacunar y miembro del Comité de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi), con amplia experiencia en el estudio de esta enfermedad, para intentar analizar qué puede pasar este verano y qué medidas tomar en momentos de calma en esta materia.
–En algún momento, para los argentinos el dengue era una preocupación para aquellos que viajaban a países históricamente con elevado número de casos. ¿Esa situación se ha modificado?
–Cambió drásticamente. Hay gráficos que muestran la expansión territorial del dengue. Lo que ocurre es que es una enfermedad que no está presente en la misma proporción todos los años; entonces ese componente cíclico a veces distorsiona un poco la imagen. Hay muchos factores para este nuevo escenario, entre ellos el cambio climático que además hace muy complejo poder vaticinar que va a ocurrir cuando las temperaturas comiencen a subir, pero la realidad es que el dengue se ha transformado en una enfermedad instalada en el país y hay que prestarle mucha atención. Tampoco es ya una enfermedad exclusivamente del norte. Tenemos que empezar a pensar que regiones como el centro del país, no acostumbradas a esta enfermedad, deben empezar a prepararse. El último gran brote fue inesperado y el mapa se fue extendiendo. El dengue llegó para quedarse, vamos a tener que convivir con él.
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–En esa convivencia con el dengue, ¿qué medidas deberíamos tomar para atenuar los brotes?
–Cuando uno habla de estrategia de prevención, es como una flor con distintos pétalos. Está el control del vector, la calidad de la atención, la vigilancia, el diagnóstico y ahora tenemos a la vacuna que es un pétalo más de esa flor, y es algo que antes no teníamos. Hoy podemos prevenir a través de la vacunación. Tenemos datos de los estudios que nos muestran la eficacia y la seguridad de las vacunas contra el dengue, que son una herramienta muy importante en materia de evitar la enfermedad y evitar casos graves. Mientras tanto, no podemos abandonar otras cuestiones como el control del vector, porque tenemos chikungunya, que lo transmite el mismo mosquito.
–Córdoba vacunó a personal de salud y a personas que cursaron cuadros graves de dengue con internación. ¿Le parece correcta esa estrategia?
–Para analizar bien eso entran distintas variables que uno no conoce, como la disponibilidad de recursos de la provincia para obtener dosis. Indudablemente, alguien que tuvo un dengue grave es una persona que puede volver a tener dengue, claramente, y uno puede seleccionarlo como prioritario, aunque esta vacuna se puede dar independientemente de que alguien haya tenido o no dengue. Cubrir al personal de salud es importante; muchas otras jurisdicciones también lo hicieron con la intención de que el personal de salud no se enferme y pueda seguir trabajando para atender a los pacientes que lo requieren. Así que esa también es una población a la que se apunta.
–¿Qué particularidades cree que tiene la enfermedad del dengue?
–Es una enfermedad en la que al daño lo produce el mismo organismo, porque es la reacción inflamatoria al virus la que genera el daño. Entonces, muchas veces, una persona joven que tiene muy buena reacción inflamatoria puede llegar a tener una enfermedad grave. Por eso digo que cualquiera puede tener una enfermedad grave. Si bien mencioné que hay grupos con mayor chance, cualquiera puede tenerla.