Expertos advierten por falta de inversiones y la posibilidad de que haya apagones de luz en el verano

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Los anuncios de posibles cortes en el servicio eléctrico, para usuarios industriales, en algunos días del verano, con picos de calor, encendieron las alarmas entre la población en general. Más allá de que están descartadas las interrupciones programadas entre los domicilios particulares, quedaron en evidencia varias debilidades del sistema que podrían repetirse en años posteriores, si no se toman los recaudos necesarios.

La Secretaría de Energía dio a conocer los primeros lineamientos del plan de contingencia destinado, precisamente, a evitar los apagones generalizados, mediante el control de la demanda de los grandes usuarios industriales. Se trata de una práctica a la que ya se recurre más habitualmente de lo que la gente cree, al punto de que es recurrente en casi todos los veranos de los últimos años.

En un sistema con tres protagonistas del lado de la oferta (generación, transmisión y distribución), otros tantos del de la demanda (residenciales, comerciales e industriales) y dos en los de la inversión (Estado y privados), no alcanza con fortalecer solamente la presencia de alguno de los ocho actores. Como suele ocurrir con todas las cadenas, el quiebre se produce en el eslabón más débil, sin importar el nivel de madurez de los otros siete.

Por tal razón, iProfesional consultó a Alberto Calsiano, jefe del Departamento de Energía de la Unión Industrial Argentina (UIA); Jorge Lapeña, presidente del Instituto Argentino de Energía General Mosconi; y Daniel Montamat, ex secretario de Energía, con el objeto de contar con un panorama completo del estado del sistema eléctrico, los riesgos de colapso en el corto y mediano plazo y las tareas que se requieren para su fortalecimiento, a fin de no volver a atravesar riesgos similares en años venideros.

Energía eléctrica: por falta de inversión, se dificulta implementar un plan

Luego de los anuncios sobre posibles cortes acordados con las grandes compañías industriales que formularan el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, Calsiano planteó la necesidad que tiene el sector fabril de contar con «un plan más formalizado, para ir preparándonos, ya que la implementación no es tan sencilla como parece».

«Es fácil decir que una industria cambie los horarios, pero hay que sentarse con los sindicatos y diseñar un esquema que puede involucrar a centenares o miles de trabajadores, técnicos y personal de dirección, a lo que se suma que varias compañías disponen de un flujo de abastecimiento energético que no se puede alterar de un día para el otro», precisó.

Asimismo, indicó que los esquemas estímulo tarifario, con premios y castigos en función del ahorro en el consumo, debe quedar definido con la debida antelación para que las empresas sepan a qué atenerse.

Oferta y demanda, la advertencia ante picos de temperatura

El primer llamado de alerta tuvo lugar luego del Informe de Riesgo de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Electrico (CAMMESA) que, en atención a las previsiones meteorológicas de un verano con temperaturas que podrían superar el promedio de los últimos años, proyectó la probabilidad de un pico de demanda del orden de los 30.700 Mw de potencia, superando el récord de 29.653 Mw que se registró a las 14:48 del 1° de febrero de este año.

Al respecto, Calsiano sugirió «no ponerse histérico por la palabra ‘riesgo’», al tratarse de un término habitual en esta clase de informes, pero al mismo tiempo puso sobre el tapete uno de los problemas centrales del mercado energético argentino: si el inventario de la potencia total es de cerca de 44.000 Mw, ¿qué riesgo podría representar un pico de demanda que en el peor de los casos alcanzaría al 70% de la oferta?

El problema pasa por la falta de inversión o, en palabras de Montamat, porque «hay mucha indisponibilidad de máquinas en el parque térmico». Calsiano lo planteó de una manera más cruda, al sostener que «los equipos viejos deberían ser declarados chatarra, pero en una emergencia pueden servir… la pregunta es si van a estar en condiciones de funcionar cuando se los requiera».

Pero además de las falencias del parque térmico, debe agregarse la salida temporaria del sistema de la central nuclear de Atucha I por tareas de reconversión, lo que implica no poder contar con 360 Mw, además de las previsiones de un menor caudal de los ríos que afectaría la generación de las centrales hidroeléctricas.

Si bien hay conversaciones con países limítrofes (especialmente Brasil, pero también Paraguay y Uruguay) para la importación de energía ante requerimientos de la demanda, Montamat puntualizó que esos aportes también estarán condicionados a la situación de cada uno de esos países, si se tiene en cuenta que las previsiones meteorológicas no se interrumpen en las fronteras.

Lapeña sumó otro eje a la discusión al plantear que en un sistema mixto como es el eléctrico argentino, «las inversiones dependen en gran medida del sector privado, sobre todo en generación termoeléctrica y de renovables, pero también de la inversión pública». En ese punto no puede pasarse por alto que las dos principales centrales hidroeléctricas son binacionales (Yacyretá y Salto Grande) y que, junto a las represas del Comahue (El Chocón, Cerros Colorados, Alicurá y Piedra del Águila) «son propiedad pública y ahí en todo caso hay un déficit de inversión del Estado, no ya del privado».

«El déficit de inversión convoca a estos dos grandes actores, al público y al privado, y en ese contexto veo que la actual administración ha asumido sin tener un plan concreto de inversiones; no tiene un plan para convocar al sector privado ni tampoco lo tiene para las áreas que opera», advirtió el ex secretario de Energía del presidente Raúl Alfonsín.

En ese sentido, Lapeña lamentó que en el discurso del presidente Javier Milei, cuando presentó el proyecto de ley de Presupuesto 2025, la inversión en energía estuviera ausente. «Estamos ante un gobierno que pareciera no tener planes y que espera que las inversiones se materialicen a partir de una suerte de normalización de la economía que no sabemos cuánto tiempo va a demandar».

Los riesgos de que los problemas excedan a este verano pasan para el titular del IAE Mosconi, porque «si las inversiones necesarias no se realizaran o se demoraran, podría ser que los cortes episódicos en las altas temperaturas se transformen en permanentes».

Montamat, por su parte, valoró la previsión del Gobierno, evidenciada en que «en septiembre estamos preocupados por eventuales cortes de luz en verano, esto ya es un avance porque antes barríamos las debilidades del sistema eléctrico debajo de la alfombra y los problemas surgían cuando los cortes ya se daban», en referencia a otros episodios de colapso del sistema ocurridos en los últimos años.

Transmisión de energía eléctrica: ¿el eslabón más débil?

Pero Calsiano puso el foco de atención en la transmisión o transporte, la etapa intermedia entre generación y distribución, de la que se habla poco y nada en las discusiones sobre la calidad del sistema.

Para eso, se valió de una comparación automovilística: «Se puede tener una generación formidable con un Lamborghini y una demanda fantástica con una Ferrari, pero si para conectarlas tenés una autopista saturada, ¿de qué te sirve tener semejantes autos? La caída del sistema depende del eslabón más débil y ese eslabón es el transporte», aseveró.

En este punto, marcó lo que consideró falencias del marco regulatorio que dificultan la llegada de inversiones, porque según la legislación vigente «las transportadoras operan y mantienen el servicio, pero no les corresponde hacer la expansión», una tarea para la que quedarían dos protagonistas: un Estado que, según lo expresado por el propio Gobierno, se retira de la obra pública o bien «alguna organización empresarial que esté en el negocio de la energía, pero para eso hace falta una ley», remarcó.

Debe tenerse en cuenta que los nodos de transmisión fueron ocupados en los últimos años por la multiplicidad de parques eólicos y solares, al punto que el desarrollo futuro de estos emprendimientos quedó condicionado a una expansión de las redes de la que por el momento no hay noticias.

Calsiano destacó el plan presentado por las transportadoras nucleadas en ATEERA, consistente en inversiones de unos u$s10.000 millones a ocho años para concretar esa expansión de las redes, pero advirtió que el tiempo va mucho más allá de este verano. «Las obras del AMBA I y AMBA II, donde se concentra el 50% de la demanda nacional, demandarían por lo menos tres años».

En sus palabras, el Lamborghini tendrá que esperar la finalización de una red de autopistas que aún no se comenzó a construir.

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