PARÍS.– El estallido de alegría ya había menguado un poco. También habían bajado las pulsaciones, después del stress máximo que implicaron los penales ante Bélgica y el bombeo fuerte de los corazones por estar dirimiendo un bronce con brillo dorado. Ese estado de mayor relax sobrevino cuando las Leonas recapitularon lo vivido en los últimos años: la paradoja de figurar casi siempre como las segundas mejores del hockey mundial y, al mismo tiempo, el padecimiento de una día a día con condiciones bastante desfavorables para entrenarse. ¿Otra vez el milagro argentino?
Agustina Gorzelany todavía disfrutaba del cosquilleo de su fantástico gol de córner corto ante las Panteras Rojas. Dueña de una sonrisa triste -muy característica de ella-, se permitió ver más allá, fuera del logro deportivo: “A partir de ahora debe haber una construcción en general, desde los dirigentes hasta las jugadoras. Todos nos tenemos que hacer un replanteo, porque hace varios años que la realidad se vuelve dura. Y aun así, con las dificultades que tenemos, estamos acá. Ya se sabe lo mucho que a todos nos cuesta todo en nuestro país”, reflexionó. La jugadora del Club San Martín, hija de un excombatiente de Malvinas, observa fina la diferencia de jerarquía frente a Países Bajos, el N° 1. Entiende que, de existir una mejor estructura, la situación se igualaría: “Estamos ahí, eso es lo que más duele. Porque sabemos que podemos y tenemos con qué. Perdimos un solo partido, justamente contra las holandesas. Y nos viene pasando de perder solo contra ellas. Entonces el replanteo debe ser a nivel general”.
Para pintar el entorno en que se manejaron las Leonas en los últimos años, fueron muy categóricos los posteos de Agustina Albertario, una de las chicas de bronce, cuando el equipo se preparaba para los Panamericanos de Santiago 2023, certamen que finalmente ganaron y que las clasificó a París. Sus fotos sirvieron como un testimonio contundente. En agosto del año pasado, la delantera escribía: “Estamos toda la semana cuatro horas por turno en una cancha que es un peligro”. En la historia siguiente, la delantera surgida en Lomas Athletic puso en evidencia que el sintético se encontraba lleno de materiales contaminantes, y agregó: “Al lado del predio hay una megaobra en construcción sin ninguna protección, que no solamente se depositan en la cancha, sino que las jugadoras y atletas del Cenard lo inhalan”.
Hace rato que la cancha del predio de Núñez está lejos de emular a una que podría utilizarse en un torneo internacional, y mucho menos unos Juegos Olímpicos. Por ese motivo, el plantel buscó alternativas, aunque ninguna convincente para que la bocha ruede a la velocidad y de la forma correcta. Todo parece atado con alambre. Y aun así, las chicas siguen adelante y fueron capaces de conseguir el sexto podio en los Juegos Olímpicos en las últimas siete citas.
Más que nunca en estos Juegos, Sofía Toccalino sintió las diferencias con las potencias europeas. Al menos desde la cáscara, lo que rodea la cotidianidad de los planteles extranjeros: “Hay que mejorar la infraestructura en un ciento por ciento, creo que se nota. Por ahí hoy, ves que las europeas tienen aire acondicionado en los cuartos, las camas que no sé qué, canchas de agua… Nosotras tenemos doscientas canchas de arena mientras se juega un Metropolitano. Y la cancha donde se entrena Argentina no está en las mejores condiciones. Así y todo, acá estamos: por eso es que éste es un bronce que hay que valorarlo mucho”.
Dentro de su vasta experiencia en el hockey como jugador y como técnico, Fernando Ferrara conoce distintas realidades. Por ejemplo, fue entrenador de la selección femenina de Italia durante ocho temporadas (2007-2015) y sabe lo que es contar con todo a disposición. Distinto a esta realidad de la Argentina hockística, que aunque figura mucho más arriba respecto de los países subdesarrollados en esta disciplina, ya no está alcanzando con el talento de las jugadoras para pelearle mano a mano a Países Bajos, que salió campeón olímpico tras sufrir ante China, al que venció solo 3-1 en penales después igualar 1 a 1.
“Necesitamos un proyecto a 20 años como hacen las grandes potencias. La inestabilidad del país no nos da esta posibilidad y ojalá que nos la otorgue lo antes posible, independientemente de los colores políticos. Pero así, es muy difícil. Somos conscientes de esta situación y no nos quejamos; nos arreglamos con lo que hay. Por eso es que los resultados se obtienen, más allá de que en algún punto estamos en inferioridad de condiciones”, comentó el coach, cuya intención es seguir rumbo a los próximos Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
Medio equipo de este plantel de Leonas obtiene una beca mensual del Enard de 689.907 pesos, denominada de “excelencia olímpica”, mientras que la otra parte recibe 524.390 pesos, bajo el nombre de “proyección olímpica”. Tiene que ver con la trayectoria de cada una de las Leonas. Además, cada jugadora tiene una segunda beca de parte de la Subsecretaría de Deportes. La idea es pronto unificar estas partidas.
Rocío Sánchez Moccia, que vivió muchos ciclos diferentes con las Leonas, tanto durante el kirchnerismo, como luego el macrismo y el gobierno de Javier Milei, marca las distancias con las Nº 1: “La estructura que tiene Países Bajos es 100% profesional, mientras que la nuestra es totalmente amateur. Argentina hace mucho esfuerzo en todas sus selecciones, no solo con el hockey sobre césped. Seguramente habrá que cambiar muchas cosas, pero de a poco algunas cosas se van logrando”. La abanderada de la delegación argentina en París abundó: “No me quiero meter en la política y en muchas cuestiones que hay por detrás, porque es mucho más grande que nosotras. Acá jugamos por el amor a la camiseta. Ojalá estemos en mejores condiciones para poder competir en un nivel de paridad”.
El viernes de las Leonas se hizo largo, pero no necesariamente tedioso. Después de que superaran a Bélgica, tuvieron que esperar varias horas hasta la conclusión de la final entre naranjas y orientales. Ese podio tan deseado en el estadio Yves-du-Manoir, que se instaló por la noche con sus tres escalones luego del encuentro decisivo, fue la consumación de una historia de esfuerzos, alegrías y algunos padecimientos. Una vez allí arriba, con el refulgir de las medallas de bronce, sintieron que todo valió la pena.