Apareció a la venta en una subasta con una base de 1.500 euros, pero terminó vendiéndose por 30 millones y los expertos calculan que su precio internacional supera los 100. Se había atribuido a un pintor español, pero es un auténtico Caravaggio. Un Ecce Homo del maestro italiano que, cuatrocientos años después de su vida turbulenta y su leyenda, sigue sacudiendo al mundo. Desde el 28 de mayo, y en principio por unos meses, será expuesto en una sala especial del Museo del Prado.
Ni el sol implacable del mediodía, ni la fila que da vuelta al gigantesco edificio desmoralizan a los turistas dispuestos a entrar al Museo del Prado. Se acercan las 18, cuando la pinacoteca, una de las más importantes del mundo, abre sus puertas gratis (la entrada general cuesta 15 euros) hasta el cierre, dos horas después. Por el paseo del mismo nombre, avenida vibrante, camina sonriente Fito Páez, que está grabando por estos días en los madrileños estudios 5020. Cruzárselo llama la atención pero no tanto, en una ciudad en la que abunda la oferta de shows de artistas argentinos tanto como el acento compatriota en cada esquina.
Todos los edificios son imponentes. Como el de la Real Academia, donde los señores de letras discuten problemáticas vinculadas a las palabras que nos unen. Letras, precisamente, se llama esta zona céntrica de Madrid: cruzando una avenida, el majestuoso Instituto Cervantes, y ahí nomás el Círculo de Bellas Artes. Casi a la vuelta, el Museo de la Colección Thyssen Bornemisza, con sus mil cien obras maestras de la pintura de todos los tiempos. Unos pasos más allá, el Reina Sofía, donde el Guernica de Picasso conmueve a miles de visitantes con sus escenas imperecederas de la deshumanización de la guerra. Desde el enorme lienzo, la Guerra Civil Española dialoga con las actuales, y el Guernica sigue gritando contra todo eso.
El Prado siempre es noticia, y una de las atracciones principales para la invasión de turistas que vive todo el año la capital española. Pero en estos días más, porque desde el 28 de mayo, un día después de su presentación a la prensa especializada, albergará, en principio por unos meses, el Ecce Homo de Caravaggio. Un durmiente, como se llama en el ambiente de las artes a las obras extraviadas que esperan ser descubiertas. Y un durmiente de uno de los más grandes maestros y mitos de la historia de la pintura, el genial y malogrado Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio (1571-1610).
La mayor parte de su obra se encuentra perdida y se calcula que sólo existen sesenta. Eso explica las constantes noticias sobre la aparición de alguna que al final resulta no serlo. Este Ecce Homo (He aquí al hombre, en latín) hizo el camino inverso. En 2021 apareció en Madrid atribuida al grupo de José de Ribera, pintor español caravaggista, y con un precio de salida de 1.500 euros. Formaba parte de un conjunto de obra que puso en venta la familia del político liberal Evaristo Pérez de Castro, uno de los autores de la Constitución española de 1978.
Aún con una foto pequeña en el catálogo y su precio de salida bajo, el cuadro llamó la atención del Museo del Prado. “Bajo las apariencias se escondía un tesoro. Era un Caravaggio que llegó a España en 1659 procedente de Nápoles, perteneció a los reyes y acabó en manos de uno de los autores de la Constitución de 1978 —dice el Museo en su comunicado—. El Prado avisó al Ministerio de Cultura, que lo declaró inexportable, la Comunidad de Madrid declaró que era bien de interés cultural, la máxima protección para el patrimonio. Ahora se vendió a un particular y este ha decidido depositarlo en el Museo del Prado. Ahí se encontrará con David y Goliath, otra obra cumbre del italiano que se acaba de restaurar”. Desde sus redes oficiales, el Museo invita y subraya la importancia de lo que está por pasar: “Ven a conocer el Caravaggio perdido. El descubrimiento del año”.
Caravaggio perdido y Caravaggio de Madrid, como también se lo está llamando, pues la declaración de inexportable impide que salga del país sin autorización del gobierno, además de haber limitado el precio final de la venta. “Es una entelequia, pero en el mercado internacional puede valer más de 100 millones de euros”, dijo Coll al diario El País. Ante el aviso del museo, los dueños, asesorados por su portavoz, Jorge Coll, de la galería de arte antiguo Colnaghi, convocaron a los mayores expertos en Caravaggio del mundo al depósito donde todavía permanece guardado. Las opiniones fueron unánimes y tajantes: no había duda de que se trataba de la mano del artista italiano. Ese estilo realista, de dramáticos contrastes y contraluces que se ha llamado tenebrismo y fue de enorme influencia de los grandes pintores del Barroco que vendrían después. También el acuerdo general entre los expertos constituye un hecho inédito. Lo dijo una de ellos, Maria Cristina Terzaghi, citada por diversos medios: “El rápido consenso en torno a la atribución de la obra a Caravaggio tras su redescubrimiento no tiene precedentes en la importante historia del pintor, sobre el que los expertos rara vez se han puesto de acuerdo, al menos en los últimos cuarenta años.”
Pintado hacia 1606-09, la obra formó parte de la colección privada de Felipe IV de España. Su reaparición en la subasta representa, para los que saben, uno de los mayores descubrimientos de la historia del arte, pues los mayores conocedores de pintura barroca coinciden en que se trata de una obra maestra del italiano. El Ecce Homo muestra a tres figuras sobre un fondo oscuro, iluminadas por la clásica única fuente de luz que utilizaba el artista, un recurso central en el realismo psicológico que se le adjudica. La luz es para Jesús, presentado ante la gente antes de ser crucificado, con la corona de espinas y su clara piel desnuda como una imagen de pureza que lo destaca de las dos figuras en semi penumbra, vestidas con ropas oscuras. Los rostros de los hombres que lo descubren y lo señalan muestran gestos de urgencia, sus miradas dirigidas hacia adelante, hacia la gente. El óleo sobre lienzo mide 111 por 86 centímetros y hay registros desde los primeros años del siglo XVIII. Después, los expertos le perdieron la pista. Hasta ahora.
Las negociaciones entre Colnaghi y el Museo del Prado se iniciaron a finales de diciembre de 2023 y se cerraron en enero de 2024. El nuevo propietario de Ecce Homo, un coleccionista y mecenas inglés que pidió mantener el anonimato, cederá en préstamo temporal —nueve meses— esta obra maestra al Museo Nacional del Prado donde permanecerá expuesta en una instalación individual especial desde el 28 de mayo hasta octubre de 2024. “Él es muy generoso, no quiere que se centre la atención sobre él. La idea es que esté en colecciones públicas, de momento, en forma de préstamo”, explicaron desde el museo. El comunicado de prensa conjunto que el museo y la galería enviaron a la prensa habla en principio de este primer préstamo a el Prado. Ahora se difundió la intención conjunta, entre los viejos y el nuevo propietario, de que la obra esté siempre expuesta al público. “En los últimos cien años, ningún artista como Caravaggio, con su biografía aventurera y su estilo inconfundible, ha fascinado a tanta gente de todas las edades y ha atraído a tantos expertos de todo el mundo. Esta obra constituye, por tanto, uno de los mayores descubrimientos de la historia del arte”, dijo Coll, de Colnaghi.
Ha sido en su galería donde se llevaron a cabo las tareas de restauración, aunque, según el galerista, la pintura estaba en muy buen estado para tener cuatrocientos años. Dirigió esas tareas el italiano Andrea Cipriani, junto a Claudio Falcucci y Carlo Giantomassi, uno de los restauradores de los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
La biografía aventurera del Caravaggio, por su parte, volvió a ser tema popular gracias a Ripley, la serie de Steve Zaillan basada en el personaje de Patricia Highsmith que ahora interpreta el irlandés Andrew Scott, actor de moda. En ella, Zaillan decide darle más espesor a la influencia de Caravaggio en su protagonista: el claroscuro de sus pinturas dialoga con el blanco y negro del audiovisual, luz y oscuridad, trazando paralelos entre ambas vidas. La historia del arte, y la de la literatura policial, discuten acerca de si Ripley es queer y Caravaggio fue un rufián homosexual, protegido por nobles y curas. Salvando las distancias, y con cuatro siglos de diferencia, en la ficción y la realidad, ambos mataron, trataron de salirse con la suya e hicieron de la supervivencia algo así como otra forma de arte.
En la sala de Velázquez del Museo del Prado los turistas se agolpan alrededor de Las Meninas. “¿Y el Caravaggio?”, pregunta una señora a uno de los empleados. “Aún faltan unos días”, contesta el hombre con una sonrisa. Con un nuevo marco, el durmiente de Caravaggio promete hacerle sombra al Velázquez, al Jardín de las Delicias de El Bosco, a la pintura negra de Goya, estrellas del museo madrileño, para convertirse en la nueva gran atracción. Junto al cuadro, que se verá impecable por el prodigio de la restauración, y con nuevo marco, se estrena además un documental, El Durmiente, dirigido por Álvaro Longoria, que registra todo el fascinante proceso de descubrimiento y renacimiento de la obra maestra.