El gobierno de la ciudad de Nueva York comenzó una campaña para sacar de las calles a los niños inmigrantes que trabajan como vendedores ambulantes en los subtes y busca brindarles no solo refugio sino también educación. Las autoridades locales, en conjunto con la Policía y la organización encargada del transporte metropolitano, reparten volantes para informar a los padres de estos chicos sobre los servicios infantiles que existen y la importancia que tiene que sus hijos vayan al colegio.
La portavoz del ayuntamiento, Kayla Mamelak, aseguró que la prioridad de la ciudad y de la administración es la salud y la seguridad, especialmente de los niños. “Estamos ampliando el alcance para garantizar que todos los padres inmigrantes conozcan el apoyo disponible para sus hijos”, le comentó al New York Post.
Durante la última semana de abril, personal de la ciudad, la policía local y la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA, por su sigla en inglés) comenzaron a entregar folletos escritos en español y en un dialecto ecuatoriano para orientar a los extranjeros respecto de los servicios infantiles disponibles. Además, el mensaje aclara que es ilegal comercializar productos sin tener un permiso.
Según sostuvo Mamelak, el ayuntamiento intensificó el trabajo en los refugios para inmigrantes y en las líneas de subterráneo, con el objetivo de “garantizar que los niños en edad escolar estén matriculados en instituciones educativas y que los padres conozcan los programas seguros después del colegio y de cuidado infantil disponibles para los chicos”. El problema está en que varios progenitores usan a sus hijos para generar dinero extra.
María, una mujer de 40 años que migró desde Ecuador a Nueva York, sostuvo en diálogo con New York Post: “No tengo otra opción, tengo que trabajar”. Al momento de la nota, llevaba consigo a su hijo de tres años mientras vendía dulces en la terminal Grand Central. “De donde soy, se espera que los niños ayuden a sus padres con el trabajo”, explicó.
La migrante tenía un empleo en una fábrica de chocolate de su país y ahora en Nueva York gana hasta 30 dólares “en un buen día” con la venta de dulces. “Tan pronto como mi bebé pueda caminar, si no encuentro otro trabajo, tendrá que ayudarme a vender dulces. Quiero que vaya a la escuela, pero si necesito que me ayude, no irá”, indicó. Además, comentó que vio a la policía “tratando de disuadir a la gente de no comercializar en el subte”, pero remarco que ella no puede darse “el lujo de escucharlos”.
Verónica Chega, otra inmigrante de Ecuador, se manifestó en la misma línea: “Escuché que están advirtiendo a todos sobre los niños que venden dulces en el metro. Por eso solo traigo a mi hija después de que termina la escuela. Hoy no hay escuela, así que ella trabaja conmigo, pero mañana venderé por mi cuenta”.
La inmigración en Nueva York se intensificó en los últimos dos años
Desde la primavera boreal de 2022, arribaron a la ciudad de Nueva York más de 190 inmigrantes y más de 64.000 se encuentran actualmente alojados en refugios de la ciudad. En medio de esa crisis de inmigración, el alcalde Eric Adams anunció que llegó a un acuerdo con la organización The Legal Aid Society, en el que se prevé que luego de 30 días de haberse instalado en el lugar de acopio temporal, los adultos sin hijos ya no podrán aplicar nuevamente al sistema de asilo.
La venta de productos sin licencia en el subterráneo y en las calles de Nueva York infringe varias leyes. Asimismo, existen restricciones estatales respecto de cuándo pueden trabajar los menores de edad y qué tipo de trabajos pueden realizar.
El portal oficial de Nueva York aclara que los niños deben estar escolarizados y, una vez que eso se cumple, los menores de 14 años pueden realizar labores durante tres horas en días con clases o durante ocho horas los sábados. Los menores de 18 años necesitan un permiso por escrito de un padre o tutor y un certificado de situación académica satisfactoria de la institución educativa.
LA NACION